jueves, 29 de diciembre de 2011

El arte como protesta

El arte, en sus innúmeras manifestaciones, ha sido también utilizado por los artistas, los pueblos y la historia como vibrantes medios de protesta.

A través de la historia hubo muchos exponentes de este tipo de expresión. Son los que sacuden, enojan, movilizan, concientizan, tienen algo duro que decir. No buscan encantar con cosas decorativas, sino que buscan molestar, causar incomodidad, como una manera de denunciar y de aportar, desde su lugar, un grano de arena en lo que debiera ser arreglado o cambiado.

Como un pequeñísimo muestrario de obras de distintas épocas y lugares del mundo, aquí presentamos algunos ejemplos de esculturas, pinturas e instalaciones impactantes, que parecen conseguir su cometido de llamar la atención, causar rechazo o sumar adeptos a la causa, según el tema.

La famosa y genial obra de Leon Ferrari, "Civilización", en el Museo Malba de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, es una fantástica escultura que logra conmover, y el espectador puede ver en ella lo que necesita mirar: una civilización que se va a pique por falta de valores morales, o el fin de las religiones, o la piedad hacia los que combaten y sus víctimas, todo es tan subjetivo que se presta a muchas interpretaciones.

Más atrás en el tiempo, Ernesto de la Cárcova nos sacude con su "Sin pan y sin trabajo" (Museo de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina), como las primeras manifestaciones pictóricas a favor de las huelgas y en contra de la desocupación y la miseria de los obreros.

Más reciente, frente al Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, una instalación humana forma la palabra "Basta", constituida por personas bañadas en pintura roja, conformando así un ambiente altamente dramático y en toda su crueldad, en contra de la matanza de toros en las tradicionales corridas.

Takeshi Kawano, escultor japonés, nos presenta sus finísimas obras en donde busca estremecernos y alertarnos ante el peligro del calentamiento global y la extinción de las especies.

El inolvidable Ricardo Carpani, argentino, fue un ícono de la protesta de la mano del arte, la lucha por la democracia en los duros tiempos argentinos de la represión militar.

En el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires se encuentra la magnífica obra "El esclavo", de Juan Carlos Distéfano, quien afirma que "La escultura es como un matrimonio de décadas: uno protesta, pero sigue"

Jason Clay Lewis ha creado a “Drill Baby”, un niño fabricado con goma de vinilo, mohair, pintura al óleo, yeso y armadura de aluminio, un bebe recién nacido hiperrealista que parece dormir feliz e inocentemente, pero las imágenes tatuadas en su cuerpo nos cuentan de la protesta en contra del derrame de petróleo en las costas del Golfo de México.

En Sevilla, España, manifestaciones a favor de un "sueldo digno" que incluya vacaciones y festivos, ha hecho que los modelos vivos demanden en las calles contra las empresas subcontratistas y la contratación con carácter indefinido y sus servicios durante varios años, formando artísticas composiciones con ellos mismos, encerrados en plástico transparente.

Shepard Fairey, con su obra "Ay, qué bonito es ver volar pájaros", con los oaxaqueños de Lapiztola hacen a través del cartel y algunas otras expresiones asociadas con el arte callejero una fuerte y necesaria denuncia del estado en que viven sus paisanos oaxaqueños, quienes son afectados durante décadas de mal gobierno y pocos avances en materia de derechos humanos, transparencia y legalidad.

La organización Anima Naturalis ha denunciado la crueldad animal que esconde la alimentación instalando en el centro de Valencia y de Barcelona un plato gigante de carne humana, representado por una activista desnuda acompañada de una guarnición de verdura. La performance tenía una pancarta en la que se podía leer ¿Cuánta crueldad eres capaz de tragar?, y el reparto de folletos a los ciudadanos, quienes no están suficientemente informados sobre la agonía que sufren los animales hasta llegar al plato, algo que se puede cambiar modificando los hábitos alimenticios.

También en la historia del arte, el maestro Antonio Berni nos dejó obras de gran tamaño con el tema de las protestas obreras y las expresiones de desesperanza y de dolor de los trabajadores en lucha.

Entre las protestas más recientes, en Copenhague, Dinamarca, también cobró por momentos forma de arte contra la corrupción política, mostrando un gigantesco avestruz que esconde su cabeza dentro del mundo, sin querer verlo.

El artista español Enrique Marty presenta en la ciudad de Mannheim, suroeste de Alemania, un alegato contra el fanatismo a través de una exposición que incluye óleos, vídeo instalaciones y una "espiral anatómica" con más de 80 esculturas. reproducciones de él mismo.

Jens Glaschiot nos muestra, hoy en día, algo que tristemente no pierde vigencia, la Justicia que se ceba en la opresión al débil.

Glaschiot nos muestra su visión de la lucha por los derechos sobre el propio cuerpo, una joven embarazada crucificada para denunciar a los grupos religiosos que rechazan el uso del preservativo y el control de natalidad.

Y dejamos para el final una de las más horrorosas formas de protesta a través del arte, en contra la gran cantidad de muertes diarias de niños por el hambre y las guerras. Niños africanos en una instalación armada por Glaschiot en la Cumbre de Hong Kong.

Instalación de protesta por los niños abusados, de Maurizio Cattelan en una plaza de Milano, Italia. Patrocinado por la Fundación Trussardi con el respaldo del Ayuntamiento milanés, el montaje ha sido instalado en una céntrica plaza de la ciudad, algo que resultó tan chocante y cruel que a todas luces cumplió con su cometido, de momento que las voces de los ciudadanos, impresionados, obligaron a retirar la instalación, considerándola "cínica, destructiva e insolente". Pero para su autor, sólo fue una muestra corpórea de la realidad y con la reacción logró su propósito: denunciar y molestar sobremanera.

Como es demasiado fuerte para mi gusto, preferí desenfocar la imagen, sepan disculpar.

viernes, 23 de diciembre de 2011

domingo, 18 de diciembre de 2011

Entendiendo a Dalí: El enigma de Hitler

A veces los artistas viven obsesiones que vuelcan en sus obras. Es muy frecuente que muchos de ellos se anticipen a un futuro más o menos cercano, representándolo en las disciplinas artísticas que les son afines.

Salvador Dalí, hacia el año 1939, comienza a mostrar una de estas obsesiones, como un acto premonitorio de la época de oscuridad y muerte que asolaría a la mayoría de los países del mundo pocos años después, con la Segunda Guerra Mundial.

En uno de sus cuadros, "El enigma de Hitler", Dalí representa simbolismos utilizando siempre su particular estilo surrealista. Como una alusión alegórica a la Conferencia de Munich de 1937, en la que Inglaterra y Francia permitían a Hitler invadir y anexionarse a Checoslovaquia, lo que dejaba en evidencia la política débil de las democracias occidentales frente al régimen nazi.

Recuerden que pinchando las imágenes, estas se amplían.


El teléfono medio destruído (2) alude a las negociaciones rotas, con uno de sus extremos, el del micrófono, con forma de pinzas de langosta amenazante. La lágrima que cae en el auricular (3) son las noticias de dolor que se escuchan, con el cable cortado por la comunicación interrumpida. La foto-carnet de Hitler (4) muestra al responsable de la desgracia a la que el mundo se encamina. El teléfono, negro como las conversaciones del Neville Chamberlain con Hitler, está apoyado sobre una rama rota (1) , símbolo de la vida trunca, de la fragilidad de la existencia, la muerte y la destrucción.

Dalí tenía, desde su niñez, terror a los murciélagos, para él eran sinónimo de lo oscuro, misterioso, maligno, y el paraguas que está colgado (5) sobre esta débil rama parece un murciélago mustio pero, al mismo tiempo, muestra cómo ante la tempestad que se avecina, no está preparado para protegerse, manteniéndose cerrado, y mostrando a una Europa que no tiene las defensas adecuadas para defenderse.


El paisaje con el cielo encapotado, amenazante (6) presagia los duros tiempos por venir. Como reforzando el presagio de terror, dos murciélagos más se muestran, uno colgado en el medio de la rama (7) y otro junto al plato (9), con una flor de vaina, marchita. La mujer oculta tras el paraguas (10) es el individuo anónimo, perdido y desaparecido, que ya no cuenta como ser con identidad, toda de negro y con un trapo colgando de su mano, sus despojos.

El plato, casi vacío (8) a no ser por unos contados frijoles (judías), anticipan la hambruna descomunal en la que Europa caería pronto, además de representar, en cierto modo, al pueblo que pretendieron exterminar.



La costa enmarca a Cadaqués, en cuya playa se puede observar al fondo un pequeño grupo de personas privilegiadas, tal vez alejada del tema central de la guerra, disfrutando su propia vida, mientras a la izquierda del cuadro, bajo el amparo de una sombrilla clavada en la arena, un perro negro los vigila como un atento cancerbero.

La obra manifiesta el panorama desolador que presagiaba la llegada de la Segunda Guerra Mundial, el fracaso de las conversaciones entre Inglaterra y la Alemania Nazi, así como la hambruna que acompañaría a esta terrible etapa de la Historia Humana.

Esta excelente pintura, deprimente y sombría como debe ser, de un extraordinario simbolismo, le valió a Dalí ser expulsado del Movimiento Surrealista. Desde la década de 1930, el artista manifesto una fuerte admiración por el dictador, principalmente por la forma del manejo de masas, su elocuencia y por algunos rasgos físicos que él mismo describía en sus "Confesiones inconfesables", como producto de los sentimientos encontrados y poco claros que le producía el Fürher. En 1934 le había sido prohibido pintar una cruz svática sobre una banda que llevaba una enfermera en un cuadro previo que había realizado, por lo que el Movimiento Surrealista vió en Dalí una enfermiza obsesión por el nazi, evidenciando, probablemente, una doble y dudosa moral así como creencias políticas no muy bien vistas.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Arte joven argentino: Martín Sapia

Martín Sapia es un dibujante argentino de elaborada obra. Dejándose llevar por su riquísimo subconsciente, y recordándonos el surrealismo aparentemente caótico de Hieronimus Bosch, "El Bosco", este joven talento argentino vuelca en su estilo personal su inagotable mundo en el papel.

Sobre grandes superficies, con lapiceras, lápices o tintas, Martín emplea largo tiempo en crear los minuciosos e infinitos detalles de su obra.

De ese tipo de obra que, cuanto más la miramos, más nos interesa mirar, adentrándonos hasta sin darnos cuenta en nuestro propio interior a través de sus líneas.

Recientemente, este artista marplatense cerró su muestra individual en la ciudad de Buenos Aires, en la Galería Van Riel, exhibiendo durante los meses de noviembre y diciembre su producción.

Para ampliar las imágenes y apreciar los detalles, pinchar sobre ellas.