Guillermo Roux:
"Discúlpenme, quisiera contestar a cada uno de ustedes, pero
no puedo. Como les dije, el tiempo es la sustancia de la vida, y a mí se me
escurre más rápido que la arena entre los dedos de la mano.
Pinto unas cuantas horas casi todos los días, pienso cuando descanso y el día se va. Me queda alguna idea, certezas que demasiado rápido dejan de serlo, pero al mismo tiempo necesito decir algunas cosas y por eso les agradezco que estén allí en algún lugar de nuestro pequeño mundo.
Pinto unas cuantas horas casi todos los días, pienso cuando descanso y el día se va. Me queda alguna idea, certezas que demasiado rápido dejan de serlo, pero al mismo tiempo necesito decir algunas cosas y por eso les agradezco que estén allí en algún lugar de nuestro pequeño mundo.
Ahora quiero decir algo del dibujo. No como técnica sino como sentido. ¿Hace falta el dibujo?
Muchos, en estos tiempos, dicen que no. A otros, entre los que
me cuento, nos parece una forma de conocimiento. Podemos buscar el dibujo en la
naturaleza, fuera de nuestra mente, y no lo vamos a encontrar, porque el
dibujo, el acto de dibujar, es una conquista mental que sólo les pertenece a
los seres humanos.
Es una forma de hacer y de entender el mundo que nos rodea, y al comprenderlo, reconocernos. Y así quizás comenzó todo, con el miedo a lo no aferrable por desconocido en aquellas noches prehistóricas que se llenaban de sombras aún más oscuras, que aquellos primeros seres humanos necesitaban aferrar para conocerlas y aquietarlas.
Hoy, lápiz y papel. Ayer, un carbón y un poco de grasa en la pared de una cueva. Una línea, sólo eso. Un signo que se transforma en símbolo.
¿Cuál es el dibujo de un árbol? Infinitos, según de dónde lo miremos. Decidimos mirar el árbol desde allí, algo nos atrae. Y ese mirar nuestro, que será diferente al mirar del otro, es lo que nos diferencia porque es lo que somos. Así, recorriendo el mundo que nos rodea, lápiz y papel en la mano, iremos construyendo nuestro mundo, el que vemos nosotros, es decir, nuestra identidad. Que cada uno vaya con la suya, sin enfrentamientos, sin prejuicios, sin las costumbres adquiridas, sin las ideologías que nos meten en la cabeza, y sin los saberes sabios que tratan en definitiva de taparle la boca al niño que quiere sorprenderse y quiere ser.
Todo dibujo es abstracto y no importa que represente algo o no, siempre es abstracto, y es trascendente cuando en una línea de ese dibujo se resumen todas las líneas del volumen que ocupa un lugar en el espacio.
¿Qué hace posible ese dibujo? La geometría, que rige y ordena el mundo tal como lo concebimos. Pero de este asunto les contaré algo en otro momento.
El contorno del árbol del que hablábamos vino acompañado de un sonido, y mucho, mucho después, ese sonido se fue haciendo palabra, y la palabra al ser dibujo fue escrita. Y otra vez en la forma de dibujar la palabra mostramos nuestra identidad, lo que somos en lo más profundo.
Nada nos rescata más de ese anonimato fantasmal que llamamos masa, que el conocimiento de nosotros, de nuestro dibujo, porque dibujándolo aferramos el mundo que nos rodea, conociéndolo.
No es extraño que el mundo en el que nos toca vivir quiera eliminar el dibujo, como si por otra parte esto se pudiera. Pero también intenta eliminar la riqueza de la palabra escrita y también el sonido, al instalar un sonido de un hablar cada vez más pobre.
Ya sé, alguien dirá: ¡cuidado, usted además de exagerar, va en contra de la tecnología!
Y bueno, les tocó un amigo dibujado así, y si les parece, siempre hay a mano la antiquísima goma de borrar.
Hasta la próxima, yo sigo con mi dibujo."