Como siempre, mi respuesta será subjetiva, porque toda la obra de Albretch Dürer es hermosa, delicada, puntillosa, máxime cuando ha sido el primero en la historia del arte que estudió a conciencia los escorzos y las perspectivas de las figuras con sus cristales con cuadrículas.
Si me dan a elegir, me quedo, a bocajarro, con sus autorretratos. El muchachito se las traía, con sus selfies, qué bello…
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