En el arte, no existe métodos incorrectos. Toda técnica vale. Lo que importa es la obra final, lo que ella puede mostrar y transmitir.
Que nos guste usar la cuadrícula o no, es otro cantar, que nos guste el trazo a mano alzada, limpio, o el trazo calculado, o la medición proporcional, o la elaboración minuciosa, con reglas, escuadras y compás o sin ellos, pinturas o papelitos recortados, un lienzo o una tableta de dibujo, son todas técnicas de acuerdo a la necesidad y el gusto personal del artista.
Muchas veces creamos una obra en boceto y luego, para proyectarla en una pared gigante, necesitamos la cuadrícula, así cada detalle se acomoda en su lugar. Para una escultura monumental también la necesitamos, porque las proporciones deben ser aumentadas equis veces y no se hace por magia. Otros artistas tienen la suerte de usar proyectores modernos y también es totalmente válido. ¿Te parece fácil, así? Quiero verte pintar luego esos trazos, bocetados con el proyector… La habilidad del artista se muestra siempre.
Albrecht Dürer pintaba unas magníficas figuras en desafiantes perspectivas, y para eso se valía de la cuadrícula. Vamos, estamos hablando de un maestro como Dürer…
De esta manera, valiéndose de la cuadrícula, los primeros maestros del escorzo lograron audaces perspectivas.
"Lamentación de Cristo muerto", de Andrea Mantegna, Italia, n. 1431, m. 1506.
Cuando estamos ante una obra de arte, lo único que debemos hacer es admirarla (o no, porque el arte es subjetivo), recibir su impacto (o no), amarla (o no), aprender de ella. Nadie se pone a pensar, en el caso de que realmente aprecie el arte, si el autor lo hizo con alguna herramienta determinada, se hizo y ya.
Siempre debemos a ser más afectos a la obra hecha con el alma del artista metida en cada detalle, con el mensaje, con la creatividad, con la maestría. Qué importa si usó un pincel chato o uno redondo, sólo nos debe importar si queremos aprender de ello. Nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario