La Odisea trata de una literatura formal, narrativa. Es una historia, no una idea. Es una secuencia de aventuras, desventuras y epopeyas que vive Ulises —Odiseo— cuando después de la lucha en la Guerra de Troya quiere regresar a su casa, habiéndole llevado veinte años de ausencia. Su hijo, Telémaco, ya tiene esos veinte años de edad y sale en busca de su padre, mientras Penélope, su madre, intenta con artimañas frenar a los codiciosos del poder de Ítaca, considerando a Odiseo muerto.
La característica de Homero, el autor de la historia escrita como poema o canto, es ser sintético en su manera de expresarse lo más posible con el mínimo de palabras, lo cual indica que no tiene vueltas en sus descripciones. Es mucho más sencillo, de lejos, que los estilos literarios que vinieron después —Góngora, Dante, etc.— El tema es proponerse entenderlo y seguirle el hilo y no es difícil. La leí de niña, y el poema original, imagínense que no sería difícil para nada. Recuerdo —entre lo mucho que recuerdo— cuando Odiseo se muestra como es después de haberse hecho pasar por un pobre forastero, y al tensar su arco —que sólo él y nadie más podía tensar— "Todos se sintieron poseídos del pálido temor". Con pocas palabras ya está diciendo mucho del ambiente que dominó en ese momento. No veo las vueltas, honestamente.
Si se lee con gusto y con un diccionario a mano —si es digital, mejor, es más rápido— por aquellas palabras que puedan sonar arcaicas o de poco uso, o nombres de dioses y de personajes, se entretendrán, porque es una historia apasionante llena de aventuras y de emociones.
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