Decir, de entre mis propias obras, cuál es la "más grande", lo considero una petulancia, porque el artista siempre debe estar en la búsqueda de la obra, como condición sine qua non para no estancarse. Y también porque el tiempo nos dirá luego que esta obra está llena de defectos, conforme a la evolución de cada uno.
Pero si me preguntan cuál es mi obra favorita, por el cariño entrañable que le tengo, por las circunstancias en las que fue creada y por las anécdotas que la rodean, una de mis tres favoritas es ésta, "Yo soy el pan". Me han pedido que le ponga un precio y nunca accedí.
Me acompañará siempre, porque ella me recuerda lo emocionante que es trabajar con la arcilla, hacer un compromiso y recordarlo cada vez que la veo.
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