jueves, 6 de octubre de 2022

Caronte, el barquero del inframundo

Por Roberto Vázquez, editor, traductor, articulista, Chile. 

Los textos clásicos de mitología no ofrecen información sobre lo que hacía Caronte con los óbolos que le entregaban los muertos.

Sí se puede asegurar que al menos una parte de sus ganancias, si no el total, debía rendírsela a su jefe. Prueba de esto es que cuando, por razones desconocidas, dejó pasar a Hércules, fue encarcelado durante un año por no cobrarle una rama de oro que proporcionaba la sibila de Cumas, precio usual en ese entonces para ceder el paso a los vivos. Considerando su ocupación, su jefe no podía ser otro que Hades, rey del Inframundo. Esto da lugar a preguntarse en qué gastaría Hades lo que Caronte recaudaba, pero tampoco sobre esto hay información.

Ahora bien, considerando que Hades era una porquería de individuo y en extremo codicioso, si algo le quedaba de lo recaudado, no existiendo la bolsa de valores ni los bitcoins, debía acumularlo en oscuras cavernas heredadas de su padre Érebo, a semejanza de lo que hacía Tío Rico McPato.

No obstante lo antedicho, no todos los óbolos que se colocaban a los muertos eran para abonar a Caronte por el cruce del Aqueronte (según Pausanias o Dante) o del Estix (de acuerdo con Virgilio). Según la arqueóloga y profesora de la Universidad de Cádiz Alicia Arévalo, muchas de las monedas que los antiguos se llevaban a la tumba no eran para el barquero, sino que habrían cumplido la función de talismanes.

A primera vista, resulta curioso que Χάρων (Khárôn) —tal el nombre de este personaje en griego antiguo— signifique "brillo intenso", si consideramos sus características y su entorno. La cuestión se aclara cuando entendemos que χάρων es una forma poética de χαρωπός (kharopós, "de mirada aguda"), que alude a sus ojos feroces y llameantes.

Otros relacionan su nombre con el del río Aqueronte, en griego antiguo, Ἀχέρων (Achérōn, "doloroso"), es decir, "río del dolor". Este río existe en realidad, en el Epiro, región noroccidental de Grecia, y se creía que era una bifurcación del mitológico cauce del Inframundo.

"Caronte", magnífico grabado de Gustave Doré, para "La Divina Comedia" de Dante Alighieri.

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