Por Gustavo Guardiola.
El término "Rey de los instrumentos" sí existe y es usado para referirnos a un instrumento en particular:
El órgano tubular.
Bach y Mozart lo llamaban El rey de los instrumentos y la tradición hizo que conservara este título. Pero no sólo fue la tradición.
Este instrumento solemne y majestuoso ostenta el título por su complejidad, belleza, ingeniería y sus características inigualables. Y toda esta maquinaria puede ser tocada por un solo músico, aunque requiere de al menos otra persona adicional que accione el fuelle para que el aire fluya a través de los tubos y el sonido no se interrumpa.
Dicho claramente, el órgano fue por 1500 años uno de los logros tecnológicos más sofisticados de la humanidad.
El fuelle neumático que utiliza el órgano tubular data del siglo IV, pero el primer órgano del que se tiene conocimiento fue el hydraulis, inventado por Ctesibio de Alejandría y funcionaba con agua. El agua hacía funcionar un sistema de compresión que a su vez ejercía la presión sobre el aire, así que el hydraulis era un instrumento de viento, pero el sistema de compresión funcionaba completamente con agua.
¿Qué sería de un monarca si no tuviera ninguna influencia sobre la historia? Pues el órgano influyó en la historia de la música tal como un verdadero monarca, al punto que no es exagerar decir que sin él, la música hoy en día sería muy diferente.
¿Por qué pasó esto?
Los judíos utilizaban instrumentos en sus ceremonias religiosas. Sabemos del uso de arpas, salterios y flautas por pasajes de la Biblia en que se habla de su uso religioso.
Pero los primeros cristianos consideraban que el único instrumento digno de Dios era la voz humana, es decir, el único instrumento inventado por Dios mismo. El papa Ambrosio elaboró o mandó elaborar el primer Antifonario, es decir, el primer libro litúrgico con cantos para ser usados en las ceremonias cristianas. Ese antifonario se perdió, pero sabemos que existió un canto ambrosiano que precedió al canto gregoriano que fue el impulsado en memoria del papa Gregorio.
Para los cristianos, todo instrumento recordaba el paganismo. Flautas, cuerdas y sobre todo percusiones, quedaron por completo desterradas de la iglesia durante sus primeros siglos.
Sólo las cortes bizantinas tenían órganos y los consideraban un verdadero lujo. Pero en el año 757, Constantino V envió de regalo un hydraulis al rey francés Pipino el Breve. Este hydraulis todavía se conserva y se le conoce como El Hydraulis de Dion.
Pipino quedó maravillado con el regalo y por su influencia el hydraulis fue aceptado por la iglesia católica, que le incorporó el fuelle y desarrolló el órgano tubular de aire.
Por muchos años el órgano fue el único instrumento aceptado por la iglesia católica, y su aceptación abrió la puerta a que con el tiempo otros instrumentos fueran también aceptados. Las percusiones continuaron prohibidas por siglos, pero se desarrollaron a partir de las cruzadas en el medio militar. Es por ello que los bateristas hablan de rudimentos militares, paradiddles, tresillos suizos y "llamada para el desayuno". Toda esta jerga viene del ejército, porque era el único lugar en que el uso de las percusiones era aceptado.
La entrada del órgano a la iglesia de occidente cambió por completo la forma de pensar la música y dio pie a que con el curso de los siglos la reflexión musical originara el desarrollo del contrapunto y la armonía y la técnica misma para ejecutar el teclado. El teclado del órgano se convirtió en el punto de partida de los instrumentos de tecla. Aunque el funcionamiento de los clavicordios y pianos es completamente distinto al del órgano tubular, la forma de ejecutarlos no es tan distinta.
Todos los teclados deben algo a este majestuoso instrumento y a su inventor Ctesibio de Alejandría, padre de la neumática.