Clasificación de los distintos tipos de amor, según Grecia Antigua.
Philia
Agape
Eros
Pragma
Storge
Philautia
Clasificación de los distintos tipos de amor, según Grecia Antigua.
Philia
Agape
Eros
Pragma
Storge
Philautia
El mundo está lleno de rarezas, y esta es una de las bibliotecas más raras del mundo. Miren este libro:
Sí, son hongos. Se trata de "Die Aufzeichnungen", traducido como "Las notas de Malte Laurids Brigge", de Rainer Maria Rilke y es la única novela del autor austríaco. Es una trama no continua y sin narrador, tiene 71 registros que hacen que la estructura se parezca más a sus poemas en prosa. Esta obra es la primera en la literatura alemana en ser totalmente diferente de la novela realista de la época, de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. ¿Qué tal?
¿Cómo es el asunto? Pues, se trata de una de las bibliotecas más antiguas, la biblioteca Bodleiana (Bodley's Library) de la Universidad de Oxford, que se inauguró en 1602. Posee muchas reliquias, pero no solo por antigüedad, también por raras, escritas o no.
Comenzó con una colección de dos mil libros reunidos por Thomas Bodley, de ahí su nombre. Actualmente es una de las bibliotecas más antiguas de Europa y tiene casi trece millones de artículos impresos, todos en estanterías que si las alineamos miden de 176 kilómetros. Guau.
Hay libros, manuscritos y otros documentos desde hace siglos. En este lugar la historia está guardada, protegida y va aumentando. Entre las reliquias por antigüedad y por rareza está este libro de Rilke.
Es algo más que una creación centenaria, ya que en él han crecido libremente decenas de hongos conformando una comunidad, podría decirse que nacen de la poesía misma. Ojo, no es fruto del abandono de los archiveros y bibliotecarios, sino del artista Stephen Emmerson, quien en lugar de traducirlo al inglés con palabras lo hizo permitiendo que las palabras "germinaran". Emmerson creó estas curiosas obras sobre esas otras obras, usando una técnica llamada "Homeopoesía", esto es, dejar cubierto el libro con hongos con los que más tarde se harán pastillas. El objetivo es que si te colocas una de ellas debajo de la lengua, "podrás escribir como el autor original".
Bueno, cada uno tiene su tema… ¿Es raro, o no?
Esta leyenda es de origen toba, tribus que viven en nuestra provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y parte de nuestro litoral norte.
"Cuando Kharta creó el mundo no existían el frío, la enfermedad, la muerte ni el hambre. Creó unos hombres–animales que eran inmortales. Tenían plumas y pieles y garras, algunos podían volar. Éstos vivían felices cazando, pescando y recolectando, el mundo estaba creado para ellos y formaban una unidad entre hombres y naturaleza. Pero estos hombres sentían el impulso natural de la procreación, entonces depositaban su semen en calabazas. Los niños nacían pero como carecían de leche materna, comían tierra y morían.
Los hombres–animales acostumbraban salir a cazar y dejar a uno de ellos cuidando la comida. Era turno de Elé, el hombre loro, de ser vigilante, cuando, mientras esperaba, escuchó unos ruidos extraños que provenían de lo alto. Eran risas.
En esa época, las mujeres–estrellas bajaban del cielo por medio de cuerdas para robar la comida de los hombres. Elé las vio descender por las cuerdas y como eran muy lindas quiso tomar a una de ellas, pero estas mujeres tenían mucho poder y Elé sufrió heridas en su boca, así perdió parte de su habla, de ahí que el ave sólo imite pobremente la voz humana. Las mujeres comían por arriba y por debajo, ya que también tenían dientes en la vagina. Cuando terminaron de comer subieron por las cuerdas hacia Pulé, el cielo.
Cuando llegaron los demás hombres encontraron la comida saqueada y a Elé herido, quien no pudo contarles lo que había pasado. Decidieron que al día siguiente quedaría de guardián Voyagá, el hombre zorro, el más inteligente del grupo.
Al otro día, estando solo Voyagá, volvieron a descender desde el cielo las mujeres estrellas. Esta vez, golpearon tanto a Voyagá, que el hombre terminó desmayado.
Cuando volvieron los hombres deliberaron nuevamente sentados alrededor del algarrobo. Decidieron que al día siguiente quedara de guardián Pamaló, el tatú, considerado el más fuerte del grupo. Pero ocurrió lo mismo, y se volvió un tatú. Así que Chiquii, el carancho, jefe espiritual del grupo, decidió cambiar de estrategia. Esta vez tenderían una emboscada a las mujeres. Un grupo se escondería en el monte cerca de la choza y Volé, el hombre halcón, volaría muy alto y cuando las mujeres estuviesen descendiendo, cortaría las cuerdas y las estrellas caerían fuertemente hacia la tierra. El golpe sería terrible y las mujeres quedarían a merced de los hombres.
La caída fue tan grande que las mujeres se enterraron en la tierra y los hombres debieron cavar para buscarlas. El tatú, que era muy bruto y tenía garras muy largas, dejó tuerta a una de ellas. El hombre zorro, que era muy apurado, sacó a dos de ellas y las llevó hacia el monte, “él quería probar primero” dice la leyenda. Pero como no sabía que tenían la vagina dentada, quedó castrado.
El hombre iguana tenía dos penes, entonces obsequió uno de ellos al zorro. Chiquii llamó a una reunión, deliberaron largamente y decidieron que el hombre mosca volaría más allá del mar para traer una solución. Así lo hizo y, de vuelta, trajo consigo el conocimiento del fuego. Pero trajo también el viento, el frío, la enfermedad y la muerte.
Llegó un fuerte viento frío. Las mujeres, que estaban desnudas, se pusieron a temblar y se arrimaron al fuego. Los hombres entonces, tiraron al fuego una piedra mágica que explotó y rompió los dientes de las vaginas. De esa manera los hombres animales se unieron con las mujeres estrellas y sus hijos son el actual pueblo Toba.
Otra versión de la misma leyenda dice que el hombre luna se apiadó de los hombres, bajó a la Tierra y poseyó a todas las mujeres rompiendo los dientes de la vagina con su pene de piedra —he aquí otro mito universal: el de la violación—, además las embarazó a todas.
Algunos hombres continuaron depositando su semen en calabazas, algunas de ellas cayeron al fuego y los niños nacieron de color negro, así se explica la presencia del hombre de color en América."
El mito de la vagina dentada se repite en muchísimas culturas que no están vinculadas entre sí, hay historias semejantes: el terror del hombre hacia una mujer con la capacidad de herir, de castrar a aquél que la posea en contra de su voluntad. Vale decir, el miedo del hombre a enfrentarse a un ser humano con poder de elección y de defensa. Como consecuencia de ello, está el otro mito casi universal: el de la violación para “apaciguar”, y detener el poder “excedido” de la mujer. Las culturas que tienen este tipo de leyendas son aquellas que tienen arraigada la cultura de la violación, sienten alentadas las costumbres de forzar, debilitar, dominar a la mujer. La mayoría de estos hombres —con honrosas excepciones, por suerte, y cada vez en más cantidad, gracias a la educación constante de hoy— son seres cobardes ante la posibilidad de sentir menoscabado su poder, que no desean en absoluto compartir.
Otra leyenda, y es de mi provincia de Buenos Aires, muy cerca de Mar del Plata, la ciudad de Tandil, es el de la Piedra Movediza, algo que ya no existe y se concluye que es debido a la ignorancia de la gente, que propició su caída en 1912, debido a que se colocaban botellas debajo de ella, para que al moverse, estas estallaran. El vidrio molido acumulado con los años terminó siendo un elemento en contra para que la piedra se cayera partiéndose en varios trozos al pie de la sierra. Una pérdida irreparable, por desidia y una imperdonable falta de protección.
La Piedra Movediza de Tandil, durante siglos, era un gigantesco peñón con una forma generalmente cónica irregular, apoyada en un punto sobre la cumbre de una sierra. En perfecto equilibrio, maravillas de la naturaleza, se bamboleaba levemente, en un movimiento rítmico y constante, como el latido de un corazón. Era el ícono de la ciudad —y lo sigue siendo—.
Las tribus mapuches de la zona contaban —y cuentan— el "origen" de esta piedra, en una leyenda:
"En la tribu nadie dejaba de asombrarse cada vez que sus ojos se posaban en Milla Rayén. ¿Por qué la muchachita no tenia la cara morena y la piel curtida como ellos? ¿De quién había heredado esos ojos de cielo y esos cabellos de oro que transaban con cuidado? Milla Rayén significaba, en lengua mapuche: "flor de oro".
Esos rasgos hacían pensar en antepasados remotos en el tiempo y la distancia. ¿Que hacia entonces allí con ellos, los mapuches, comiendo esos piñones gorditos que brindaban el pehuén o araucaria, de copa alzada y tronco robusto? ¿Seria acaso una enemiga?
Nadie tenia alguna razón concreta para acusarla. No conocían su pasado y el futuro se veía hostil para todos. El presente de Milla Rayén no merecía un solo reproche. Trabajaba como la que más. Amaba a los dioses de la tribu, respetaba las costumbres, decía solo la verdad y compartía los piñones que recogía cuando el pehuén estallaba en frutos.
Sin embargo, no se decidían a confiar en ella. Las mujeres eran las peores. Esas trenzas rubias y esos ojos tan azules las llenaban de temores. ¿O sería envidia lo que empezaba a nacer en sus corazones al verla tan linda y buena? No dejaban de seguir sus pasos, de espiar sus reacciones, buscando alguna razón que permitiera ofrecerla en sacrificio. Sororidad cero, no había nacido aún el concepto.
Milla Rayén callaba. ¿Que hubiera podido hacer su corazón sincero y bondadoso contra tanta maledicencia?
Un día, los temores de la tribu se vieron confirmados. El hombre blanco se acercaba. No había ya duda alguna de que se dirigía a las tierras de los mapuches. La lucha sería dura. Era el momento de ofrecer al dios Nguenechen un sacrificio, para forzar su protección.
Nuevamente el corrillo de mujeres actuó como un dedo que señala: no había nadie tan bueno como Milla Rayén en esa tribu. Había que ofrecerla en sacrificio para que el dios mapuche se sintiera halagado. Milla Rayén callaba mientras las mujeres cuchicheaban, seguía callando cuando comenzaron a alborotar entorno del Consejo de Ancianos y a lanzar chillidos de espanto. No rompió su silencio ni siquiera cuando oyó la sentencia de los hombres:
—Milla Rayén debe ser sacrificada.
Así dejó que la llevaran al punto más alto de las sierras. El gran Sacrificador alzó su brazo y un grito señaló el momento en el que el corazón inocente fue arrancado del pecho que la india ofrecía con valor.
¡Pobrecita, Milla Rayén! Su cuerpo había sido ya abandonado por la vida y su corazoncito tembloroso continuaba latiendo como un pichón asustado entre las manos ensangrentadas de su verdugo.
Las viejas y los ancianos del consejo bajaban ya por la sendas rojizas en un silencio que tenía algo de remordimiento, cuando la tierra se sacudió, los cielos estallaron en relámpagos y las entrañas mismas de los cerros temblaron. Parecía como que la naturaleza toda se estremeciese por el espanto de ver consumado el crimen de una inocente.
Todos huyeron precipitadamente, empujándose unos a otros como si su culpa los persiguiera, demasiado apresurados para darse cuenta de que allá, en la cima, el abandonado corazón palpitante de Milla Rayén crecía sin medida y se endurecía, hasta convertirse en una piedra que seguía moviéndose, apenas apoyada en una roca, con una especie de balanceo como si se empeñara en seguir vivo.
Es en ese momento que habían comprendido que había muerto una muchacha sin motivo. Quizás Ñancú, el ave sagrada de los mapuches, les arrojo a la cara la estupidez y la injusticia, junto con los bramidos del cielo, para que aprendieran la lección."
Por eso el significado del nombre de Tandil, piedra que late como un corazón.
Una vez más, en esta leyenda, se muestra la estupidez de los prejuicios, de la envidia y de la mediocridad de la mayoría de la gente.
Hace pocos años crearon artificialmente una piedra muy similar a la original, y la colocaron en el mismo lugar, aunque no se mueve, ya que ese prodigio que la caracterizaba no se ha podido imitar en forma natural.
Cuenta la historia popular, que el genial escultor nacido en Caprese, Italia, en un momento de arrebato, golpeó la rodilla de su "Moisés" y le ordenó: "¡Parla!" (¡Habla!)
No hay ningún registro histórico sobre esta anécdota, sólo la transmisión popular del mito. La escultura de Moisés tiene una marca en su rodilla, producto de un golpe filoso alargado, seguramente eso originó la historia tantas veces contada. Lo que no se sabe a ciencia cierta es si esa marca la hizo su autor, o si se hizo accidentalmente a través de los siglos.
No se puede decir ni que sí, ni que no, sobre su veracidad, personalmente dudo mucho que Miguel Ángel, después de trabajar durante cuatro años en esa obra, y considerándola lograda —supuestamente, ya que nadie sabe lo que pasa por la cabeza de alguien, especialmente un artista— , le dé un martillazo, sobre todo en el mármol de Carrara escultórico, que es el más blando de los mármoles y eso le haría saltar un pedazo mucho más notorio.
Era medio loco, el carácter de mi amado y eternamente admirado escultor, pero no estúpido.
"Newton", obra de William Blake ( poeta, pintor y grabador británico, 1757 - 1827). Según la crítica se considera que este autor «es, con gran margen, el mayor artista que Gran Bretaña ha producido».
La composición geométrica de su obra evidencia, una vez más, que nada en una obra de arte maestra (formas, líneas, manchas, sombras) queda librado al azar.
Extracto de una publicación escrita por Hernán Arias, para el diario Perfil, el 19 de diciembre de 2010.
Helen Langdon organiza su investigación sobre Michelangelo Merisi, más conocido por el nombre del pueblo lombardo en el que nació en 1571, Caravaggio. Pero como en ocasiones sucede con las biografías académicas realizadas con dedicación y rigurosidad, desde un comienzo este trabajo de quinientas páginas deja en claro que la vida y la obra de este influyente artista italiano sólo pueden ser comprendidas reconstruyendo –en la medida de lo posible- la compleja trama de sucesos y relaciones en la que se desarrollaron, ese tiempo histórico-político que las definió y al que ahora nos ayudan a comprender.
La vida de Caravaggio no fue muy distinta a la de muchos otros artistas con ambición y talento nacidos en un pueblo de provincia: después de recibir una formación básica y de trabajar como aprendiz en el taller de un modesto pintor que lo inció en el oficio, partió en busca de nuevas experiencias y saberes radicándose primero en Milan y después en Roma, donde conoció a importantes pintores y mecenas que le permitieron completar su formación y obtener reconocimiento y prestigio, de todas maneras, Caravaggio forma parte de ese reducido grupo de artistas que hablan sólo por sus obras, las que, según Langdon, “reflejan su personalidad absorbente”. No escribió nada y apenas queda constancia de sus palabras, por lo que las anécdotas asociadas con su nombre siempre son confusas y están acompañadas de especulaciones y misterio.
Para reconstruir la vida del pintor, Langdon recurrió a dos biografías fundamentales escritas por dos contemporáneos de Caravaggio. La primera está firmada por Giulio Mancini, un doctor sienés versado en los asuntos del arte, quien cuidó al pintor cuando éste cayó enfermo mientras vivía en el palacio del cardenal Del Monte, a finales de la década de 1590. la segunda le pertenece a Giovanni Baglione, un respetado escritor y pintor que utilizó en Roma en el mismo período en el que lo hizo Caravaggio, y compuso una breve y precisa biografía sobre éste, en la que llamativamente el autor lo toma como enemigo, por lo que en sus páginas predomina un tono burlón y vengativo. Ambas biografías dejan en claro que Caravaggio era un hombre difícil: irascible y pendenciero,
Otro aspecto de ambas biografías coinciden en señalar, se relaciona con la inmediata recepción que tuvo su obra: los contemporáneos de Caravaggio se maravillaban de su naturalismo, pero ya en la siguiente generación muchos lo consideraban “una fuerza anárquica que amenazaba el arte pictórico”. En este sentido, algunas teorías de la época resultan admirables por su nivel de delirio: un tal Poussin sencillamente afirmaba que este pintor “había venido al mundo para destruir la pintura”, mientras que un tal Bellori explicaba las características de sus obras a partir de la fisonomía del artista. Según escribió Bellori: “El estilo de Caravaggio se corresponde con su aspecto y fisonomía; tenía la piel y los ojos oscuros, y las cejas y el cabello negros, y esos tonos se reflejan en sus cuadros de forma natural”.
Lejos de caer en las asociaciones forzadas que establece Bellori, Langdon logra explicar con claridad las motivaciones profundas que llevaron al pintor de Lombardía a tomar determinadas decisiones. Por ejemplo, nos deja en claro que para cualquier artista que llegara a Roma a fines del siglo XVI, como lo hizo Caravaggio, habría resultado muy difícil escapar a la influencia del espíritu combativo de la Contrarreforma, que se encontraba en su momento de expansión; por otra parte, nos permite dimensionar hasta qué punto resultó determinante que Italia, España y Francia decidieran suspender sus enfrentamientos para aunar fuerzas contra el avance de los turcos y la religión musulmana, lo que dio una preponderancia al arte que hasta entonces no tenía. Con una inusual elegancia expositiva y sin menoscabar jamás el talento y los méritos artísticos de este pintor, Langdon consigue hacernos comprender que incluso los espíritus más elevados de nuestra especie están sometidos a los caprichos de la historia.
En el arte existen obras que parecen otra cosa muy distinta a lo que son: escultura pura, talladas en material rígido y opaco.
Esta vez se trata de Tom Eckert, escultor que vive en Arizona, EEUU, quien crea esculturas talladas totalmente en madera, a las que luego pinta para tu terminación.
Trabajando principalmente con madera de tilo, recubre las obras con finas capas de laca, creando así arrugas en la tela o reflejos e ilusiones con increíble realismo.
Este es su portfolio en la web: https://www.tomeckertart.com/portfolio, por si quieren hallar otras obras para el asombro, por su técnica depurada y minuciosa.
Obra: "Proas al sol", año 1954.
Si sos un artista, tus obras sólo pueden ser adquiridas si el comprador "las sintió" de manera tal que le guste verla a diario en su casa. Las emociones subjetivas son personales, y no hay manera de hacer "que necesite eso" como si fuera un kilo de pan o un filtro de aceite para el auto.
Si sos un artesano, tal vez puedas tener más suerte, sólo un poco nomás, porque harías cosas que se reproducirían muchas veces para que vendiéndolas bien barato te reditúe en algo y agregándole el valor de lo utilitario. Y aún así es difícil, a menos que alguien necesite hacer un regalo a otra persona, por ejemplo.
Si querés vivir del arte, es mejor que te saques de la cabeza la presión de vender. Deberás exponer obra tuya en lugares —físicos y virtuales, ambos— en los que atraiga gente y se vea seducida por tu obra, sea artesanal o artística. Y sobre todo debes sacarte de la cabeza que sea una venta regular, sostenida, semanal, continua, fluida.
O trabajar regularmente para una editorial si sos dibujante y/o pintor, o para algún sitio que requiera afiches, publicidad, diseños, o para alguna fábrica que necesite tus elementos escultóricos. La rama en la que el arte puede aplicarse es muy amplia.
Si eso no te interesa, mi sencillo consejo es que produzcas arte por placer, para que la venta sea también un placer por añadidura, no una meta. Conozco harta cantidad de artistas cuyo propósito es vender, se tensionan por ello y pasan años sin hacerlo, a pesar de su buena obra, se frustran, se desaniman y entran algunos en depresión considerándose a sí mismo como malos. No es justo eso, no debería ser así, el arte no existe para ser comercializado, existe para deleite. Aquellos a los que no les importa vender y disfrutan de crear, esos suelen tener más suerte. Y todos los artistas, absolutamente todos, tienen un trabajo que los sustenta mientras alguna providencial venta se realiza. Salvo, claro, aquellos escasísimos artistas tocados por la "varita" de algún marchand, pagando también su precio por eso, porque los mercaderes del arte son cosa… de temer.
Las ventas suelen hacerse —si se hacen— en el momento en que menos lo esperas, no en el momento en que lo necesitas y mucho menos "uno por semana". Es ingrato, sí, y es la realidad.
La mayoría de las cosas que se crean para eventos especiales, suelen ser descartadas luego. Es una pena, porque muchas demandan un gran esfuerzo, gasto de dinero en materiales y movilidad, y la alegría o decoración o efecto que se buscó para ese evento podría repetirse más de una vez, siempre hay una excusa para estas cosas, o debería haberla.
Hace muchos años, el Centro Vasco Denak Bat de mi ciudad, organizó una movida enorme para un desfile que Mar del plata iba a hacer. Se decidió crear un enorme Gargantúa, personaje de la mitología de Euskadi. Nos fue encargado el trabajo y fue muy divertido hacerlo.
El propósito era que desfilara por la calle sobre una carroza, sentado ante una gigantesca mesa, en donde estarían parados dos "cocineros". La carroza se detenía en el camino para que los niños fueran subidos por los cocineros, enviados a la boca del Gargantúa, que los "masticaría" moviendo su mandíbula articulada y deleitándose con una grave voz interior por micrófono, que hacía sonidos de masticación, diciendo lo rico que era comer niños y largándolos por la cola con sonidos de flatulencia, gracias a un tobogán que llevaba adentro. Era la apoteosis para los chicos.
Las dos veces que este Gargantúa nuestro desfiló, el trayecto de todas las carrozas se hacía muy lento, eran interminables las filas de niños esperando ser "tragados" por el gigante. A la noche, en la gran fiesta del Centro Vasco, tomaban por asalto a los adultos incluyendo al presidente del Centro, a las mujeres vestidas de gala, al propio escultor, y los arrojaban dentro de la bocaza.
Nosotros, mi esposo y yo, hicimos la cabeza articulada y las manos. Las mujeres del Centro Vasco se dedicaron a vestirlo, después de que los hombres hicieran un esqueleto anatómico de hierro soldado. Era la oportunidad de juntarse todos comiendo bocados y viendo cómo desmontaban entera la camisa recién puesta porque a las costureras no les gustaba el pliegue que hacía una manga, en un perfeccionismo y amor por el trabajo a lo que, en mis 21 años de edad, presté mucha atención. Los niños se dedicaron a trenzar sus zapatos de cuerina.
En el taller, creando la cabeza.
Desfilando por la Avenida Colón.
Luego de esas dos oportunidades, tristemente, el Gargantúa con su carroza se arrumbó en un corralón de camiones, quedando en el olvido mientras el tiempo, en la intemperie, lo fue deshaciendo.
Esas tradiciones alegres que aúnan a los pueblos, me fascinan.
Por Minerva Koren
En la Grecia antigua había gimnasios, y aunque no contaban con los aparatos que encontramos hoy en día, servían exactamente para lo mismo, y más aún: dependiendo de cuál polis hablemos, era obligatorio para todos acudir.
Pero antes de profundizar en ello, me gustaría señalar algo: la gran mayoría de las estatuas que conocemos representan ya sea a dioses, a héroes mitológicos o a figuras idealizadas.
¿De qué manera iban a representar a uno de sus mayores héroes mitológicos, ese que desbordaba fuerza y masculinidad? Colocándole hipertrofia muscular, por supuesto.
O aquí la representación de un atleta, tal y como debería lucir según los estándares griegos. No es ningún personaje en específico.
Los griegos deseaban emular estos cuerpos tanto como fuese posible, era uno de sus ideales. Consideraban que sólo en un cuerpo sano podía haber una mente sana. Por ello, los niños desde los 6 ó 7 años eran impulsados a ir al gimnasio, en donde impartían clases de atletismo, lanzamiento de disco, pugilismo entre otros. Ahí se desarrollaban y practicaban su agilidad, flexibilidad y fuerza. Creían que un cuerpo debidamente musculado era divino. En algunas polis, como en Esparta, esto aplicaba también para las mujeres.
Cuando se representaba a un político o alguna otra figura influyente en una estatua, naturalmente se le idealizaba. Todos querían ser inmortalizados luciendo su mejor forma. Para cuando Grecia fue una colonia latina, por ejemplo, se creaba una estatua genérica con un cuerpo perfecto y sólo se le cambiaba la cabeza para representar a tal o cual político. Seguramente era el photoshop de la época, pues todos podían ver la escultura y pensar que el personaje realmente lucía así. Por supuesto, no todos lucían de esa manera. Se sabe que había gente obesa ya.
Sin embargo en el caso de los atletas, o incluso de los soldados, ellos tenían una dieta muy especial que les hacía rendir al máximo. Se dice que uno de sus trucos secretos era consumir cebada. También comían legumbres, queso y carne en abundancia. Sus entrenamientos eran diarios y bastante pesados, para consumir todas las calorías que ingerían. Una de las cosas que se contaban en la época -seguramente un mito, pero algo ilustra en su afán de mejorar su condición física- es que recomendaban a los atletas primerizos colocarse una ternera al hombro y correr cargándola hasta llegar a la meta. Con el paso del tiempo, conforme el animal fuese creciendo, exigir al máximo al cuerpo para poder seguir soportándola en la carrera hasta que fuese demasiado pesada.
También utilizaban pesas y creaban estructuras para poder ejercitarse. Todo lo que les importaba era aumentar más y más la masa muscular, y recordemos que esto lo hacían desde niños…
En todo caso, los griegos estaban más documentados de lo que pensamos sobre los alimentos que propiciaban un mejor rendimiento y daban más energías, y la mejor manera de entrenarse.
Las estatuas muestran versiones exageradas de lo que ellos consideraban como el ideal físico, le daban una importancia primordial al culturismo.