Cuando observamos el cuadro, el sonido que pareciera salir de la boca oscura del personaje principal nos hace oírlo , en medio de un desamparo conmovedor. O no, el grito que escuchamos puede ser de su alrededor, y él sólo se tapa los oídos en su intento de no ensordecerse. Es tan subjetiva la interpretación que nos produce que resulta una obra extremadamente expresiva.
Reforzando el silencio angustioso del grito —humano o de la naturaleza—, se observan a lo lejos dos peatones tranquilos que no se dan por aludidos, ni se inmutan ante la vista del otro ser que reacciona angustiado, al sentirse asustado, desamparado. Resulta difícil resistirse a la influencia de la locura que intenta transmitir el hombre que está situado en primer plano con la boca abierta y con las manos tapándose los oídos para no escuchar su propio e incontenible grito que es, también, el grito de todo el paisaje, es una magistral fusión. Este personaje principal está reducido a una apariencia ondulante y miserable en medio de una naturaleza alucinada.
La obra de Edvard Munch es un grito que nos habla del sentido de nuestra existencia, de la existencia de todo, y ante esta duda sólo hay dos soluciones. Una, es olvidar, eludir las preguntas que no tienen modo de tener respuestas y escapar, irse lejos, que es justamente la actitud que toman esos dos transeúntes al fondo, siguiendo un derrotero marcado por líneas rectas que los llevan guiados con facilidad hacia un punto de fuga sin saber a dónde. La otra solución es, sencillamente, dudar de nuestras propias existencias y es ésta la que el personaje en primer plano adopta, gritando, enfrentando al espectador reclamándole algo, llamándole la atención.
Todo su cuerpo, su cabeza enmarcada con sus manos, su mirada despavorida y su boca convertida en un fantasmal aullido, todo este conjunto sinuoso, indefinido, sin base sólida en donde apoyarse, se funde con el agua mareada y el cielo en llamas, como una alegoría de la sociedad y sus reglas, del ambiente en el que le toca vivir, que aunque estén limitados por la baranda que lo contiene, ésta no logra evitar que se diluya su existencia.
El personaje no pasa desapercibido, muy por el contrario, quiere hacerse ver, es inevitable que nuestros ojos se posen en él antes que ningún otro detalle del paisaje. Su cara es fantasmal pero la vemos perfectamente, no necesitamos más detalles anatómicos, en esos trazos sueltos y medio borrosos está dicho todo el drama, muy al contrario de los personajes del fondo, que aunque estén recortados y un poco más definidos, no tienen caras, son sólo dos siluetas y hasta parecen fantasmas que lo persiguen.
Lo que no sabemos es si el pintor se ha retratado a sí mismo o si solamente ha querido hacer un retrato del individuo en general, en la sociedad en la que vive. Edvard Munch tuvo una vida muy difícil en su hogar de niño, con dramas y tragedias, entre educaciones rígidas recibidas, muerte de sus seres queridos, enfermedades mentales en la familia, no es raro pensar que en su obra hay un poco de todo esto.
He aquí sus propias palabras, escritas por él mismo en el año 1892:
"Paseaba por un sendero con dos amigos —el sol se puso —, de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza."
Es una obra maestra sin tiempo, ya que está más vigente que nunca hoy en día que en su época, ante los avances del mundo y los peligros consecuentes del abuso humano hacia su ecología toda, y hacia la depredación humana en todos sus sentidos.
¡Un óleo de 83,5 x 66 cm que dice tanto!
que maravilla, es un sentimiento o un estado animico, en el que un ser humano se encuentra, creo que muchos nos identificamos con este cuadro.
ResponderEliminarde alguna forma queremos expresar ese "GRITO" que llevamos dentro!
Así es, exactamente. Muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSaludos muy cordiales y espero que te gusten los otros posteos del blog.
Elizabeth