viernes, 27 de mayo de 2022

Piel de mármol

 El mármol de Carrara escultórico, que es el usado para estas obras, es el más "mantecoso" de los tipos de mármol, en cuanto a dureza se refiere, además de ser de un grano muy puro. Por supuesto, sigue siendo piedra, pero se puede ir desgastando mejor que los mármoles comunes de, por ejemplo, las mesadas y escalones. Por eso las obras realizadas en este tipo de mármol se resguardan bajo techo, ya que la intemperie, después de bastante tiempo, lo desgasta.

El creador de la obra hace un original modelado en arcilla, condición sine qua non para esculpir en piedra o mármol, la obra ya debe estar resuelta. Ese original sirve de referencia para ir tomando las medidas con el "violín" (seguramente en otros países se llama diferente), una herramienta que mide todos los puntos salientes y profundos del original y los calca, en su sitio exacto, en el material a tallar. Se utilizan también los compases curvos.


Primero se "limpia" el mármol quitándole los grandes bloques defectuosos y los sobrantes, hasta quedar el núcleo escultórico. Por eso, los escultores y pasadores saben "ver", como decía Miguel Ángel, "la obra dentro de la piedra, sólo quitan lo que sobra". Este trabajo en apariencia burdo, guiado por los escultores, era realizado mayormente por discípulos, entregándole luego la piedra lo más desbastada posible, al escultor. El único que nunca aceptó discípulos fue, otra vez lo nombramos, Miguel Ángel, tal vez por eso dejó menos obras que sus colegas contemporáneos.

Luego hay que armarse de la herramienta más poderosa para este trabajo: la paciencia, mucha de ella, infinita cantidad de ella, antiguamente llevaban años (el "David" tardó 4 años en hacerse, la "Piedad" de la Catedral de San Pedro otro tanto, para dar ejemplos). Y para que la paciencia trabaje cómoda, se usan puntas, cinceles y gradinas que van "peinando" la piedra en distintos sentidos, como quien ara la superficie, despacito. La maza siempre es de madera, para que el golpe sea "blando", no agresivo.

Se van desbastando lentamente los volúmenes y cuidando los puntos de resistencia. Por ejemplo, si tallas un dedo aéreo, vas tallando desde la punta hasta la base del dedo, dejando un pequeño punto de apoyo en la yema, apoyo que, una vez terminado ese dedo, lo desgastas hasta hacerlo desaparecer. Paciencia, infinita.


Un dato importante. La mayoría de los escultores hacía el modelo original, y el trabajo del mármol lo hacía (y lo hace) el pasador, que vive de eso como oficio y sabe más que nadie de los caprichos de la piedra. Midiendo hasta lo más mínimo, se dedica a copiar, cuanto mejor es el pasador, más fiel es la copia de la obra. Muy pocos escultores hacen esa tarea, Lola Mora tenía sus pasadores en Milán, a Auguste Rodin le pasaba las obras al mármol Camille Claudel. Muchas veces puede el escultor dar los últimos toques, pero mayormente es trabajo de especialistas, lo que no quita mérito al escultor, porque la obra sigue siendo de su creación.

Hoy en día es un poco más rápido de hacer, ya que hay máquinas, tripas, piedras de lijar. No obstante, sigue siendo un trabajo exquisito, de mucho cuidado y paciencia.

Aunque en el proceso moderno, las máquinas hacen la diferencia con la antigüedad, lo demás sigue siendo igual: conocimiento, oficio y paciencia, siempre.

Detalle de "Los primeros funerales", del escultor Louis-Ernest Barrias, obra realizada en 1878.
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.





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