Si sos un artista, tus obras sólo pueden ser adquiridas si el comprador "las sintió" de manera tal que le guste verla a diario en su casa. Las emociones subjetivas son personales, y no hay manera de hacer "que necesite eso" como si fuera un kilo de pan o un filtro de aceite para el auto.
Si sos un artesano, tal vez puedas tener más suerte, sólo un poco nomás, porque harías cosas que se reproducirían muchas veces para que vendiéndolas bien barato te reditúe en algo y agregándole el valor de lo utilitario. Y aún así es difícil, a menos que alguien necesite hacer un regalo a otra persona, por ejemplo.
Si querés vivir del arte, es mejor que te saques de la cabeza la presión de vender. Deberás exponer obra tuya en lugares —físicos y virtuales, ambos— en los que atraiga gente y se vea seducida por tu obra, sea artesanal o artística. Y sobre todo debes sacarte de la cabeza que sea una venta regular, sostenida, semanal, continua, fluida.
O trabajar regularmente para una editorial si sos dibujante y/o pintor, o para algún sitio que requiera afiches, publicidad, diseños, o para alguna fábrica que necesite tus elementos escultóricos. La rama en la que el arte puede aplicarse es muy amplia.
Si eso no te interesa, mi sencillo consejo es que produzcas arte por placer, para que la venta sea también un placer por añadidura, no una meta. Conozco harta cantidad de artistas cuyo propósito es vender, se tensionan por ello y pasan años sin hacerlo, a pesar de su buena obra, se frustran, se desaniman y entran algunos en depresión considerándose a sí mismo como malos. No es justo eso, no debería ser así, el arte no existe para ser comercializado, existe para deleite. Aquellos a los que no les importa vender y disfrutan de crear, esos suelen tener más suerte. Y todos los artistas, absolutamente todos, tienen un trabajo que los sustenta mientras alguna providencial venta se realiza. Salvo, claro, aquellos escasísimos artistas tocados por la "varita" de algún marchand, pagando también su precio por eso, porque los mercaderes del arte son cosa… de temer.
Las ventas suelen hacerse —si se hacen— en el momento en que menos lo esperas, no en el momento en que lo necesitas y mucho menos "uno por semana". Es ingrato, sí, y es la realidad.
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