Dejando de lado el arte mundial, en donde se hallan muchas pinturas impactantes que nos llegan muy adentro, me dedicaré a decir cuál es mi favorita entre las muchas pinturas argentinas que admiro.
Y es ésta preciosura:
"Sin pan y sin trabajo" fue realizada por Ernesto de la Cárcova, artista argentino que, a sus 26 años, comenzó a pintarla en 1892, estando en Roma, y terminándola un año después en Buenos Aires, en 1893, marcando con eso el inicio de la pintura como manifestación obrera, de una serie que siguió después, con otros artistas de nuestra estela rica de valiosos talentos en la historia del arte.
Ese enorme cuadro me conmueve inmensamente, De la Cárcova quiso mostrar una crítica social y política de la situación de extrema crisis en Europa en ese momento. El clima de agitación se traducía en la búsqueda de formas expresivas que dejaran atrás las fantasías románticas o la exaltación del pasado clásico. Por eso, muchos artistas prestaron atención a la descripción cruda y detallista de la realidad a partir de entonces.
Cuando voy al Museo de Bellas Artes, en donde está, es lo primero que voy a buscar. "No estuve" en Buenos Aires si no he ido a "visitarla". Me deleito viendo esos detalles extraordinarios cargados de expresión y simbolismo. Me nutro de cada una de sus pinceladas.
El puño crispado del obrero que no logra ser tomado en una fábrica, mientras ve a los otros entrar a ella. La mujer, vencida, con los senos marchitos que apenas dan de comer a su bebé. La habitación oscura y paupérrima mostrando la extrema pobreza de esa familia. Las herramientas, hermosas y sanas, como una presencia de la fuerza obrera que está dispuesta a trabajar pero se encuentra abandonada a su suerte, sobre la mesa. Todo el dinamismo de la composición, rica en ritmos oblicuos, resalta el dramatismo de la escena. Y una impecable espiral de Euclides termina de darle la unidad, no importa como se la acomode, la armonía es perfecta y la fuerza absoluta de esta obra que, detalle más, detalle menos, jamás pierda vigencia.
Una obra que conmueve hasta a las piedras.
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