El compás es una herramienta que me encanta, la uso mucho, preside mi tablero de herramientas en mi taller. Con él logro las proporciones, las formas, ciertas exactitudes, la creatividad en determinados proyectos.
La regla me ubica en una seguridad a la que a veces necesito echar mano para lograr solidez. Juntas, estas dos herramientas se complementan y con ellas logro infinidad de cosas.
En mis clases de dibujo hay que ver, siempre, estructuras. Y estas estructuras alguna vez requieren algo más técnico, lo que hace que debamos usar el pizarrón para explicar cómo.
Les mostraré mis gráficos, creados a mano alzada para usar a la hora de hacer nuestro famoso pentagrama, tan ligado a las proporciones áureas que desarrollaron Euclides, Vitruvio, Leonardo, Fibonacci…
Es tan fácil que es a prueba de tontos, no tienen nombre los puntos, rómpanse un poco la cabeza, artistas y profanos, esto es sencillo con sólo observar.
Comenzamos, claro, con hacer lo primero: un círculo. Gracias, compás.
Luego, obviamente, una recta que pase por el centro. Gracias, regla.
El tercer paso es pinchar cada punto extremo de esa recta con el compás, para hacer marcas a ambos lados. De allí, sacamos una recta a 90º en relación con la otra.
Hacemos exactamente lo mismo con uno de los radios.
Pinchando la nueva mitad hallada, hacemos un círculo del tamaño del radio.
Desde uno de los vértices marcados en el diámetro grande, trazamos una línea que vaya hacia el centro de este círculo nuevo.
Nos quedan —vean los puntos rojos— un segmento que nos da una medida.
Pinchando el vértice anterior trazamos otro círculo con esa medida.
Tenemos otro segmento nuevo, diferente.
Siempre pinchando ese vértice, tomamos la otra medida que se ha definido con el pequeño círculo y la diagonal trazada.
Desde ahí mismo delimitamos otros puntos.
Miren los puntos verdes, bien definidas las cinco marcas.
¡Voilà! Ya tenemos el pentágono. ¿Qué tal?
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