miércoles, 15 de junio de 2022

¿El mundo corporativo anula tu creatividad?

Por Gustavo Guardiola.

No, todo lo contrario. Te voy a decir por qué.
Hubo una época en mi vida en que trabajaba mucho en cosas que no tienen que ver con mi carrera, que es la música.
Aunque era un trabajo que en general me gustaba, manejando hacia mi cita con algún diplomático o algún empresario, con frecuencia pensaba en todo lo que podría estar componiendo en lugar de estar metido en el tráfico. Además, el tráfico de la Ciudad de México era terrible en esa época. Ahora es un poco mejor porque tenemos muchos segundos pisos en algunas vías principales, pero en esa época, un recorrido de 20 km en la mañana, fácilmente podía tomarte un par de horas.
Y además el atuendo. Enfundado en un traje y corbata, con el pelo corto, me sentía muy ajeno a mi mismo.
La cosa es que, estando ahí, atrapado en un traje que no me gustaba, en medio del tráfico, en camino a un trabajo tan lejano a mi profesión, lo que quería era hacer exactamente lo contrario. Y entonces, pensaba. Pensaba y salían canciones.
Y un día me di cuenta de que a mucha gente le ha pasado lo mismo. Fíjate que nadie compone canciones sobre el mar cuando está en el mar. Se compone una canción sobre el mar cuando se está lejos del mar, porque es lo que se desea. Cuando estás en un barco en alta mar, el mar te impone. Quizás lo disfrutes, pero ya no lo añoras. Y quizás lo que en ese momento añoras es la seguridad de la tierra firme.
Pero la seguridad y la tierra firme no son temas para una canción. A una canción la motiva el espíritu de aventura. Nadie quiere oír una canción que diga: "ay, cómo me gustaría estar en mi casa viendo la tele". Eso no rifa.
El deseo insatisfecho es gasolina pura para la creación artística. Y pasa lo mismo con el amor y con los recuerdos. El arte se alimenta de la insatisfacción, del amor no correspondido, de lo que fue y no será, o de lo que nunca fue ni será.
¡Quién hace una canción que diga: "qué felices somos juntos y cuánto nos queremos"! Eso no sirve para una canción. "Amorcito azucarado que sabe a bombón"; como le dijo Dimas a Gestas, ¡qué chingaderas son estás!
Y no, no es que uno sea masoquista, pero el arte expresa sentimientos y emociones, y suele expresarlos desde la carencia. Hablas de lo que quieres, no de lo que tienes.
El medio corporativo es un medio muy estéril, porque ahí se trata de que lo que tú sientas no nuble tu juicio. Te uniformas para ello, y se usaba el traje y la corbata al menos hasta antes de la pandemia porque tú individualidad aquí se sacrifica en favor de una corporación o una oficina. No hablas en nombre de ti, hablas en nombre y en favor de la empresa, de la delegación, del país incluso, pero no de ti.
No estoy en contra de eso. Hay medios en donde lo que prima es la eficiencia. Eso está bien en ese medio. No queremos presidentes berrinchudos, porque ostentan una investidura. Esos cabrones nos representan a todos. Ahí está bien el traje y la corbata. Que se uniformen. Imagínate un embajador que se encabrona y azota la puerta. No, eso no se puede, o al menos no se debe. Él tiene que ser diplomático, medir sus palabras. Cálculo, estrategia, eficiencia, sentido del deber, responsabilidad, eso es lo que se espera.
Pero el arte necesita otro tipo de combustibles y comburentes. Aquí lo que cuenta es la pasión y el saber hacer. Nada más y nada menos.
Y como el medio corporativo es muy estéril, la añoranza y la sed de aventura están muy a flor de piel. Quieres escapar, y escapas. Escapas por medio del arte. Pasas todo el día pensando lo que estarías haciendo si no estuvieras metido en ese disfraz de persona sería, metido en esa oficina, metido en el tráfico, metido en ese mundo que no es el tuyo.
Y funciona. Compuse mucho en esa época. Considerando que tenía muy poco tiempo para ello, aprovechaba cada minuto en escaparme. Y fui encontrando la forma de escaparme de verdad, de rematar el día en un bar, tocando piano o llegando a mi casa a encerrarme con el piano, un cuaderno pautado, una botella de vino y una pizza.
El problema es que no es sostenible. Es difícil andar por la vida tan desvelado. Está bien hacerlo de joven, pero hay un momento en que no puedes mantener ese ritmo. Entonces vas escogiendo.
El medio corporativo, que en mi caso sería más bien el diplomático y el docente, no mató mi creatividad. Todo lo contrario, le dio mucho empuje. Precisamente, al privarme de lo que quería, me empujó a buscar la forma de conseguirlo.
Ahora, que si me preguntas si regresaría a ese medio, bueno, a veces regreso y me gusta hacerlo, pero no lo hago a ese ritmo en que lo hacía de joven. Tampoco tengo que disfrazarme para ello, además ya no me lo creerían, pero tampoco es necesario. Es en parte lo que uno gana con los años.
No recuerdo dónde oí una frase que dice que en el cine, el mar se parece al mar, y el amor parece real. Es de eso de lo que trata el arte, ¿no es así?



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