Como nunca me canso de repetir, el arte es totalmente subjetivo, por lo tanto, esta es mi visión personal. Son muchas las obras que pasan desapercibidas ante los ojos del espectador, muchas. En este momento me vienen éstas a la cabeza, así, de sopetón.
En mi primer viaje -deslumbrante para mí, por cierto-, al visitar el Museo de la Opera del Duomo de Florencia me clavé ante la obra de Nanni di Banco, "San Luca". ¡No podía dejar de mirarla! No la había visto en ningún libro en mis estudios de arte, en ninguna publicación, en ninguna reproducción, ni siquiera en una mención al pasar.
La escultura de mármol, alta y elegante, me clavó sus ojos y así me moviera de aquí para allá, esos ojos me seguían. Quedé completamente enamorada.
Digna sin soberbia, serena sin debilidad, armoniosa y sobria, me cautivó de tal manera que en las sucesivas visitas a este Museo, a través de los años, he ido directamente a verla a ella. Les aviso que allí, en ese edificio, está la Piedad de Santa María del Fiore de Miguel Angel… Y sin embargo es ésta, la de Nanni di Banco, la que me pareció absolutamente viva.
La otra, en el Museo Bargello, "San Jorge", de Donatello, me causó una impresión similar. De pie y sin llamar casi la atención desde su nicho, mi mirada se posó en él, arrobada, hasta que bajé la vista a sus manos para sentir que se me erizaba la piel. ¡Qué maravilla! Parecía que si las tocaba, estarían tibias. Es una figura serena, de guerrero sin agresividad y con la fuerza del que observa atento, siempre listo.
Ambas esculturas se me antojan como volcanes dormidos, en cuyo interior vive una llama que las mantiene vivas y espera romper el mármol para salir. Me sacudieron mucho emocionalmente.
El que quiera mirar detalles y comprobar lo que digo, que amplíe las fotos. Ojalá pudieran sentir una pizca de lo que yo he sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario