jueves, 18 de agosto de 2022

Conseguir la belleza

 Aunque es verdad que la belleza es completamente subjetiva, si la pregunta se me hace en forma personal, eso me da pie a responderla con total individualismo.

Si veo a una persona (sexo, edad, condición que sea) que resulta hermosa ante mis ojos, mi único pensamiento es "¡Guauu! ¡debo conseguirla!"

No sean mal pensados, soy artista plástica. La belleza, cuando la veo, la necesito para hacer una obra.

Hace unos cuantos años, mi prima, mayor que yo, estaba pasándolo mal de salud, y como ella posee una cultura muy ilustrada y profunda, para ayudarla a salir de su situación, sin decirle nada fui a la Facultad de Humanidades, hice una fila larguísima y la anoté en una carrera, matriculándola. A dos personas delante de mí, había una muchacha esperando como yo, que me dejó fascinada, idiota. En las largas horas en que estuvimos en esa fila lenta, tuve que hacer enormes esfuerzos para que no se diera cuenta de lo mucho que me llamaba la atención. No me animaba a hablarle, vaya a saber qué pensaría de mí, hoy me doy cuenta de cuántos estúpidos escrúpulos nos frenan en nuestras metas. Intentaba memorizar cada uno de sus rasgos para recordarla al llegar a mi taller, pero la ansiedad me consumía, no me conformaba confiando en mi memoria, necesitaba más.

Al día siguiente tuve que volver a la misma fila, porque había que llevar otro documento más. Esta muchacha no estaba, obviamente, pero fui preparada, total, perdido por perdido había que intentarlo. Llevé un sobre grande con folletería mía, algunas publicaciones de reportajes que me habían hecho, para que no hubiese dudas de quién era la persona que le escribía una carta breve y clara, invitándola a ir a mi Taller a fotografiarse, para que me quedara material para trabajar. ¡Tenía que hacerlo!

Pregunté por ella al llegar a la mesa de atención, di los detalles, delgada, alta, rubia, de cabello muy crespo y recogido de forma despreocupada, enormes ojos almendrados, cuello larguísimo. En seguida la ubicaron: "Ah, sí, es A. T., déjenos el sobre que se lo entregamos".

Pasó una semana y ya dado por desestimado el asunto, ya olvidado, recibí una llamada telefónica y era ella, le dije que viniera con alguien, si con ello se sentía mejor. Así fue.

Ese día entró a mi casa una náyade envuelta en un misterio tan bello que aún, a través de los años, la recuerdo con admiración. Se recogió el crespo cabello a mi pedido y se dejó sacar las fotos con un top blanco sin breteles, mostrando la línea ininterrumpida del cuello a los hombros.

No publicaré su foto porque no tengo autorización, pero puedo decir que, bien italiana ella, se parecía mucho a esta otra hermosa italiana, aunque rubia y más etérea. Toda una diva silenciosa, sin maquillaje, salvaje y natural.

Conclusión: Al término de los dos días de filas largas para anotar a mi prima en la universidad, fui a su casa, le entregué la matrícula y le dije "Anda a estudiar". Hizo la carrera completa durante los seis años que llevó y se recibió con honores, produciendo un gran cambio en su vida, saliendo felizmente de su mal estado de salud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario