De uno de los más grandes escultores argentinos, Rogelio Yrurtia, una obra de su autoría de gran tamaño, "Las pecadoras", fue exhibida en un importante salón de la Societé Nationale des Artistes Francaises en 1903, y en la Exposición Universal de Saint Louis, en 1904, donde ganó el Gran Premio de Honor. Yrurtia , sin embargo, rechazó el premio.
Con el tiempo manifestó que esa obra no le gustaba. Sumado al deterioro que empezó a sufrir por dejarla estar, ya que era de yeso, el escultor un día tomó una maza y la dejó reducida a polvo.
A pesar de que para el espectador es una obra maravillosa, el gran maestro consideraba que tenía defectos y que no le resultaba tolerable verla. Su amigo y biógrafo le espetó un reproche, afirmándole que, una vez realizada la obra, ya no pertenece a su autor, sino a la humanidad. Es cierto.
De todas maneras, como autor, como padre de la escultura realizada, hay que considerar su derecho a la autocrítica, ya que muchas veces una obra que no nos satisface visualmente, nos molesta en grande cada vez que la vemos.
El gran maestro, escultor de gran carácter, no iba a permitir y no lo permitió, tristemente, que quedara de esa obra más que una ajada fotografía como testigo de su existencia.
"El pueblo de Mayo en marcha", 1907, yeso, Casa Museo Yrurtia, Buenos Aires.
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