Una cosa es la obra más famosa y muy otra la obra cumbre. ¿Preguntas por la más famosa? Indudablemente, "El Pensador".
No hay plaza o sitio público en ciudades importantes del mundo, de casi todos los países, que no cuenten con una copia legitimada de ella, en bronce, de la magnífica Fundición Alexis Rudier —como todas sus obras en bronce—, en 1904, se ve con total nitidez el sello en su base, al costado. Algo que el mismo Rodin se encargó de distribuir, a solicitud de esas comunas.
El Pensador, que no se llamó así por su autor, sino "El Poeta" —una alegoría a Dante Alighieri—, formaba parte de su conjunto de la "Puerta del Infierno". Rodin quiso representar con ella al alma torturada, casi dañada, que a través de la magia de la poesía podía dar rienda suelta a su libertad interior, ya que no física. De allí que se lo vea tan metido dentro de sí, la curvatura de su figura, los pies apuntando hacia adentro, el torso en escorzo leve por su brazo cruzado al apoyarse en la pierna opuesta, la cara oculta, el ceño fruncido, angustioso. El cuerpo todo, contraído, muestra una fuerza gigantesca a punto de estallar, la fuerza latente de, justamente, un filósofo que analiza y cavila, un artista que crea, un hombre que con su idea de libertad puede levantarse y usar esa fuerza.
Fue el mundo el que al verlo en esos sitios públicos le dio el nombre de El Pensador y así quedó, hasta el mismo Rodin aceptó ese nombre.
Si te refieres a la escultura de Rodin que más popularidad ha tenido entre los románticos, sería "El Beso".
Su obra original, de mármol, fue reproducida por el mismo autor en bronce y en yeso, también distribuida, aunque no tanto, en los Museos de las ciudades importantes del mundo.
También representando a dos personajes de La Divina Comedia de Dante —Paolo y Francesca— justo antes de que los asesinase el marido de Francesca que los sorprendió en ese beso. Por eso forman parte del proyecto de La Puerta del Infierno, porque fueron enviados, por amarse, a pagar sus culpas errando por el averno. Pero como el escultor se dio cuenta de que la felicidad y la sensualidad estaban en contradicción con el tema del conjunto, decidió independizarla y le dio ese nombre que todos conocemos.
Ahora bien, si hablas de la obra "más importante" —que no, pero me gustaría contarlo— de Rodin, es sin lugar a dudas, aunque la popularidad no sea la misma, el monumento a Balzac, y eso lo decía el mismísimo Rodin.
De tremenda fuerza, plasticidad, dramatismo, expresión, fue una creación del escultor que se encerró durante meses para elaborarla en distintas fases de variaciones, hasta concluir con la figura de la que afirmó, dejándolo escrito: "Todo lo que sé de arte de toda mi vida está puesto en esa obra". Rodin había hecho, con esta escultura, algo revolucionario que anticipó el futuro del arte libre de convencionalismos, sin carecer en absoluto de todos los lineamientos que hacen a la calidad superior de una obra. Lamentablemente el público, en su gran mayoría poco culto, no supo estar a la altura, y su presentación a la sociedad fue un escándalo. Como decía Oscar Wilde: "El arte no debería ser popular, es el público el que debería ser más artístico".
Qué bueno que Buenos Aires cuenta con las copias autenticadas de las tres obras.
¿Cuál es la obra que más me gusta a mí, de Rodin? Oh, es como para una mosca estar frente a una vidriera de dulces… De todos modos, no me demoraría mucho para afirmar que me llega al corazón, en conjunto y en detalle "Los Burgueses de Calais".
Por favor, déjenme perderme entre esas formas.
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