lunes, 1 de agosto de 2022

El orador tartamudo

 Destacar como orador y político no era nada fácil en la antigua Grecia. Demóstenes no solo lo consiguió, también creó escuela. Hasta bien avanzada la modernidad era admirado por su elocuencia y habilidad política y diplomática

Demóstenes fue el mejor orador de su tiempo. Si eso no fuese ya suficiente mérito, debemos aclarar que tuvo que trabajar más que el común de las personas para lograr ese prestigio: Demóstenes era tartamudo.

De salud muy frágil, siempre estaba enfermo y su sueño de deleitar a las multitudes con su oratoria parecía estar muy lejos.

Demóstenes, cuánto talento tuvo, recibido de la naturaleza y acrecentado con el ejercicio, todo lo empleó en la oratoria, llegando a exceder en energía y vehemencia a todos los que compitieron con él en la tribuna y en el foro”, fueron las palabras de Plutarco.

Era muy difícil para Demóstenes hablar coherentemente. Abucheado e insultado, despreciado y convertido en el hazmerreír de la gente, no iba a ceder con facilidad. Asumió las burlas y las críticas como un desafío a su carácter y habiendo crecido solo, fortaleció su temperamento.

Cuenta la historia que su primera acción fue afeitarse la cabeza, para obligarse a sí mismo a quedarse encerrado, ya que en la sociedad de aquél entonces no era bien visto alguien con la cabeza rapada. Necesitaba aislarse.

Salía de su casa al amanecer a enfrentarse con el mar en su orilla, se echaba un buen puñado de piedras en la boca y comenzaba a hablar, hablar, hablar, con toda la fuerza de sus pulmones, porque la oratoria estaba en su cabeza, sólo debía esforzarse en coordinarla con su boca y sus cuerdas vocales. Las olas eran los únicos testigos de este declamar ininteligible. Como era un esfuerzo multiplicado hablar con las piedras sobre su lengua, no podía suceder nada más difícil. Demóstenes siguió hablando mucho tiempo, día a día, y hasta lograr que se entendiera lo que decía, fue necesario mucho trabajo.

Con el tiempo, a la hora de enfrentarse al público, al no tener las piedras en la boca le resultaba sumamente fácil hablar. Había hecho frente a la adversidad a su manera, sin claudicar, poniéndose una meta más difícil, para que la que en verdad le interesaba le resultase fácil.

Así fue como empezó a participar activamente de la vida legal y política de su ciudad, como era su sueño desde el comienzo. Sus discursos eran aplaudidos y ovacionados por miles de personas.

Fue de los mejores oradores de la antigüedad, también escritor, es uno de los personajes más destacados de la historia griega y universal.

Es un ejemplo del poder de la tenacidad, de la constancia y de un plan para lograr la meta.

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