Hay un canon de belleza que es aceptado universalmente por casi todas las culturas del mundo, en forma consciente o en forma tácita, es un sesgo natural. Hablando desde el arte, las personas se estructuran geométricamente como triángulos. Lo que marca el aspecto viril o femenino, muy a rasgos generales, es el modo en el que está orientado el triángulo. Veamos.
Las mujeres, por lo general, están conformadas estructuralmente por triángulos con el vértice hacia arriba. ¿Por qué sería ello? Porque al ser las que conciben dentro de sí al futuro ser humano, tienen que tener la capacidad y la fuerza en su cadera para llevar a cabo este hecho natural.
Por supuesto, la diversidad es amplia y veremos muchas mujeres con el triángulo invertido, sin que por ello les afecte a todas —a algunas sí— en su capacidad reproductora al tener caderas pequeñas, es natural y también muchas veces eso se da en las deportistas, como por ejemplo, las nadadoras y las tenistas. Y aunque sean absolutamente hermosas, la anchura de los hombros, desde el canon artístico les cambia el carácter que se quiere representar, adquiriendo con ello otra clase de fuerza.
Los hombres, en cambio, dentro del canon artístico, están diagramados como triángulos con el vértice mayor hacia abajo, conformando con ello hombros anchos y caderas reducidas. ¿Por qué sería? Posiblemente porque se supone que ellos son los que defienden la tribu, los que protegen del peligro, los que desarrollan la fuerza.
De esta manera, como la variedad es grande, también existen los hombres con el triángulo invertido para ellos, lo que le confiere, también, una expresión diferente.
Que queden bien en claro dos cosas:
- La diversidad es enorme y los gustos también. Estos son los cánones sobre los que se alimenta el arte, basándose en lo que, instintivamente, busca la especie humana para su reproducción y conservación desde los orígenes de los tiempos.
- Esta variedad de proporciones no significa en absoluto un tipo de carácter ni rasgo sobresaliente en las personas, ni sexual, ni intelectual ni personal, tanto en las mujeres como en los hombres. Sólo se trata, repito nuevamente, de un instinto que nos hace fijarnos en cosas generales para casi todos, en la búsqueda de formas que nos gusten.
Por eso, así como a los hombres les encantan las mujeres con forma de pera o de guitarra, con caderas generosas, a las mujeres, en su mayoría, les gustan los hombres de caderas estrechas. Y a ambos, hombres y mujeres, les fascinan los glúteos bien formados.
Por lo tanto, si te refieres a "nalgas grandes" en los hombres, no, a las mujeres no les gusta, le gustará a algunas, no a la mayoría.
"David" de Miguel Angel y "Bathsheba", de Benjamín Victor.
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