lunes, 18 de julio de 2022

Sobre los rostros más reconocibles del mundo

 Hay muchos rostros en la historia y en el mundo actual que son fácilmente reconocibles por la mayoría de las personas. De todos modos, esos mismos rostros pueden variar y confundir, porque según la ropa, el momento o el estilo del pintor, en la antigüedad se vería transformado el mismo personaje, como Jesús, para citar un ejemplo, o retratos de personas reales como Napoleón Bonaparte —el retrato que le hizo su contemporáneo y amigo Canova no se parece a los de las pinturas— que cambian según la edad, el aumento de peso, la habilidad del pintor.

Lo mismo pasa con las fotografías y los rostros más conocidos del mundo actual, cambian con la actitud, la edad, el maquillaje, a veces no nos damos cuenta de que la mujer de esa foto es realmente Marilyn Monroe porque está al natural, o si es realmente Carlos Gardel, porque está pasado de peso, o si es Albert Einstein porque está… peinado.

Si yo quisiera decir cuál es el rostro más reconocible del mundo y de la historia en la inmensa mayoría de las culturas que existen, sería indudablemente Buda.

No importa en qué siglo se lo retrató, ni el material, ni el estilo, ni la interpretación de cada etnia, ni el tamaño de la obra, ni el tocado o accesorios que lleva, si está sentado o durmiendo, si es una miniatura o si es una escultura monumental. Buda es Buda en todas partes y ni bien lo miramos lo reconocemos al instante, sin dejarnos ninguna duda de que se trata de él. Ninguna.

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